Dicha llegada no se produjo, así es que a las 9,15h decidimos, como dos caballeros templarios dispuestos a defender el honor, la fe y el santo grial, coger camino de Gibraleón.
Llegamos a la citada villa, que no había que conquistar, pues ya lo ha sido en numerosas ocasiones por nuestras huestes, y seguimos hacia el norte por la ribera izquierda del río, que los nativos llaman Odiel. Al llegar al puente-acueducto sobre el citado río, como se podrán imaginar, la cancela estaba cerrada con candado, así es que nos metimos, cual furtivos, en la finca "Casa la Alcolea" (a través de la cancela, los alambres estaban ya cortados). Salimos por el otro extremo tras cruzar todo la hacienda caminando y pedaleando por un cortafuegos y con mucho cuidado , pues tuvimos que pasar las bicicletas, y nuestros más preciados elementos anatómicos, por encima de la alambrada de dos metros de altura, que además tenía dos hileras de espinos arriba.
Luego, cruzar la vía ferroviaria y camino de nuevo de Gibraleón. Por último encaramos, con viento racheado de cara, el último tramo de nuestra travesía por la carretera del cementerio de nuestra querida ciudad (podéis imaginar el camino en vuestras sesudas mentes).
En total la nada despreciable cifras de 69 km de pedaleo, buena compañía y una temperatura ideal para la práctica del ciclismo.
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